Hace poco descubrí que Bob Marley actuó en España. No sólo eso, actuó en la discoteca del padre de una amiga mía. No me lo podía creer cuando me lo contaba. Bob Marley murió en el '81 y España empezaba a recibir desde hacía muy poco tours internacionales, no contaba con que le hubiera dado tiempo a actuar en España. Siempre me ha gustado Bob Marley, pero para mi siempre había estado muerto, siempre había sido un mito desaparecido, como Elvis o Janis o Lennon. Que, de algún modo, alguien indirectamente relacionado conmigo hubiera tenido tratos con él era, en fin, muy fuerte.
El padre de mi amiga no sólo le contrató y le vio actuar en su local, sino que, poco después, le demandó por incumplimiento de contrato. La historia mejoraba...
Y es que, la fascinación de lo que rodea a los músicos que nos gustan hacen todavía más atractiva e interesante la música en si. Se despierta en nosotros un cierto morbo inconfesable, un deseo de conocer las anécdotas más escabrosas, las más divertidas...
Es imprescindible de todos modos, que el músico en cuestión tenga un carisma incontestable o un cierto halo de misterio. (Francamente, los secretos de alcoba de Alex Ubago, las cogorzas que se coja alguno de los triunfitos o el lápiz de labios de la cantante de La oreja de Van Gogh tienen el mismo interés que el precio de la merluza).
-continuará-
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