Ella se empeñará en restarle romanticismo, en decir que no es para tanto, en asegurar que es fácil y que no tiene demasiado encanto...pero no le hagáis caso.
Tengo una amiga que es inventora de colores. Es posiblemente uno de los trabajos que más molan del mundo.
La cosa funciona así. Ella llega al trabajo por la mañana, se toma un café (o un té, según el tipo de colores que vaya a inventarse ese día) con sus compañeros y se sienta en un sillón. Tiene que ser un sillón cómodo, para que su imaginación fluya lo más fuerte posible. Se sienta, decía, y cierra los ojos. Poco a poco se deja llevar, empieza a flotar entre los colores de siempre, los verdes (todos ellos), los rojos (aunque algún rojo prefiere no verlo porque se pone triste), los azules...
Va visualizando colores en su cabeza, los que ya existen, uno tras otro y pasado el rato, como por arte de magia, empiezan a desvanecerse algunos, a mezclarse con otros, a oscurecerse, se ponen a brillar...Pasan cualquiera de esas cosas o todas a la vez y, de repente, sucede...un color nuevo.
Ese es el momento más delicado de la operación, porque los colores nuevos son muy tímidos y cuando aparecen por primera vez es muy fácil que se escapen, se escabullan y no vuelvan en mucho, mucho tiempo. Así que mi amiga, cuando aparece un color nuevo cierra muy fuerte los ojos para atraparlo en su cabeza.
Luego hay que ponerle nombre a los colores, eso también mola, pero de como se ponen nombres a las cosas hablaremos otro día.
Es un trabajo genial, casi tanto como el de los reparadores del cielo,
Pero el trabajo de inventar colores sólo lo puede hacer una chica, otro día contaré que les pasa a los chicos con los colores.
1 comentario:
A punto de partir para otro continente y me llama una amiga y me dice, leete la ultima del muflon, vale la pena.
Que guay seria ser esa inventora de colores, muchas gracias muflon por hacerme soñar, aunque solo sea por un instante.....
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