los ladrones de gestos

Los ladrones de gestos son peligrosos. Mejor que los niños no se acerquen a ellos, cuando todavía están formando su propia galería de gestos propios, porque podrían despojarlos de ellos, dejándolos sumidos en la mayor de las inexpresiones.

Los ladrones de gestos actúan así. Se acercan a ti, comparten el tiempo contigo, se convierten en tus amigos, tus compañeros, tal vez tus amantes. Sin que te des cuenta te estudian, te analizan, buscan detalles en ti que hasta tu desconoces, se fijan hasta en el más ínfimo gesto, hasta en la más pequeña de tus habituales respuestas a ciertos estímulos.

Pasado el tiempo, salen a la luz. "Te he copiado un gesto", te advierten. Normalmente te sorprendes, no sueles ser consciente de tus propios gestos. Preguntas por el gesto en cuestión. Te lo muestran, repiten tu gesto ante ti y, increíblemente, te reconoces en la cara que te mira. No sabes si te gusta el gesto en cuestión pero, en todo caso, resulta extraño que alguien se haya apropiado de él. Con el tiempo empiezas a percatarte de cada vez que haces el ese gesto ( y lo empiezas a reprimir, cada vez más hasta que lo tienes completamente controlado y terminas por abandonarlo. Mientras, el ladrón de gestos repite con más y más frecuencia el gesto que antaño fue tuyo. Ya te lo ha robado.

Si es un buen ladrón de gestos conseguirá seguir a tu lado y, poco después, te dirá "te he copiado otro gesto" y se repetirá el proceso, despojándote, uno a uno, de todos tus gestos.

No hay forma de huir. La única solución es o convertirse también en ladrón de gestos o adoptar nuevos gestos, nuevas caras, nuevas muecas y esconderlas de los ladrones de gestos. Te las puedes reservar para ti y para el espejo o confiar en tu instinto para detectar a los ladrones de gestos. Pero no resulta fácil, siempre andan al acecho, agazapados en cualquier rincón a la espera de un torcer de la boca, de un alzar de manos, de giro de la cabeza, de una sonrisa, de un alzamiento de cejas y hombros simultáneo...

Conviene ir con cuidado...