100% real

Muflon Productions se alimenta de un 90% de ficciones y un tanto por ciento de realidades aspiradas, absorbidas, pero que se diluyen rapidamente entre la ficción y la exageración. Pero a veces, no hay más remedio, la verdad se cuela en estas líneas nocturnas.

***

Unos cuantos hechos reales.

Hace unos años leí por primera vez, con cierta fascinación, lo que era el intercambio de libros. Gente que, tras pactarlo via internet, dejaba un libro ya leído en un vagón de metro, un banco de un parque o la mesa de una cafetería para que alguien lo recogiera, lo leyera y lo volviera a pasar.

Es cierto que a veces los taxis me atropellan. Y es cierto que es un gremio por el que siento una simpatía relativa. Y lo siento, porque me parece que es una profesión que podría aportrar un montón de experiencias ajenas de las que nutrirse, pero no puedo con ellos. De todos modos, a veces cojo taxis.

Esta noche he encontrado, en la acera, una caja llena de libros. Parecían, bien de hecho estoy convencido, libros de una niña de 10 años, de sexto curso. Había libros de texto y unos cuantos libros de lectura. He cogido cuatro o cinco y los he estado hojeando (o más bien ojeando, porque páginas no he pasado). A medida que caminaba iba deshaciéndome del libro de matemáticas, del libro de lectura de inglés y etcétera...Me he quedado con un libro de Barco de Vapor, pura nostalgia preadolescente.

Hojeando ese libro (ahora sí con H) he encontrado una foto - y me encantan estas cosas- de cuatro niños que podrían tener los diez años que prometía la pegatina del libro de inglés ya alojado en una papelera del ensanche barcelonés. Salían en la foto dos niños y dos niñas, pero una de las niñas aparecía sin cabeza, pues esta había sido cercenada a tijeretazos de la foto. Me ha sorprendido, alguien tan pequeño con tanto odio como para recortar a su amiguita de su foto??? Más motivo para quedarme el libro, y la foto dentro de él.

Al cabo de un rato he cogido un taxi. Llevaba el libro conmigo. Nada más subir en el taxi, se me ha ocurrido que podía abandonar el libro en el taxi para que un próximo pasajero lo recogiera, intrigado. Estaba dudando en hacerlo o no, cuando el taxista me ha confesado que era su segunda noche de taxista. Eso me ha convencido. No podía llevarme el libro, tenía que dejarlo ahí, precisamente en ese taxi. Y así lo he hecho.

***

Hay cosas que no suceden por casualidad. Y mañana, o tal vez pasado, alguien recogerá ese libro y verá esa foto con la niña de diez años con la cabeza recortada. Tal vez se lleve ese libro de la guantera del taxi sin decir nada al taxista (eso espero) y tal vez, al cabo del tiempo lo vuelva a abandonar en algún otro lugar para que alguien lo encuentre, y lo hojee o lo ojee y lo vuelva a abandonar...y etcétera...

a veces es mucho más difícil contar las cosas que ocurren que las cosas que se nos ocurren (aunque esta última frase, mal que me pese, no es mía)